Fotografía: Miguel de Guzmán
La biblioteca se plantea como metáfora literal de los libros. Unas portadas que te atraen sin dejar vislumbrar más que retazos de la historia que encierran. Historias todas ellas nacidas desde la imaginación.
Así se intenta construir la biblioteca, como una portada enigmática, con una volumetría contundente que haga de lo construido un objeto, pocos grandes elementos. Una portada atrayente, enigmática, que tras ser traspasada nos descubre una historia llena de matices, con caminos no escritos por descubrir.
El edificio se concibe como un sólido denso, compacto y hermético, horadado por seis patios circulares que atrapan la luz y generan zonas de lectura abiertas al cielo.
El programa dentro de este sólido se desarrolla en cuatro niveles con usos claramente diferenciados en las distintas plantas, produciéndose no obstante una intensa relación visual entre ellas a través de las secciones.
Los usos definidos en programa son claros: el vestíbulo / sala de exposiciones, y las salas (infantil – juvenil, publicaciones periódicas, sala general y zonas de reunión) Mientras que el vestíbulo se configura como espacio público y abierto, las salas se vuelven introvertidas buscando la luz controlada para su correcto funcionamiento, pero eludiendo las vistas del exterior.